Bratislav Stojanovic, un serbio de 43 años, se escurrió entre las cenizas de una familia que había muerto un siglo atrás y, tras algunas remodelaciones, convirtió la tumba en un hogar subterráneo, a medio camino entre búnker de guerra y cripta secreta.“Está seca y es cálida. Tengo unas lámparas y mis posesiones. No es un palacio, pero es mejor que la calle”, convino Stojanovic según el sitio inglés Daily Mail. “Al principio me daba miedo, pero después me acostumbré. Ahora me dan más terror los vivos que los muertos”, señaló.Hubo un tiempo en el que Stojanovic trabajó como obrero de la construcción, pero después de perder su puesto y de pasar un breve tiempo en la calle decidió que lo mejor era buscar refugio entre los únicos vecinos que no lo delatarían como “okupa”.
“Cuando quiero salir, primero me fijo que no haya nadie a mi alrededor para no matar a alguien de un susto”, aclaró Stojanovic. “La gente es muy buena y a veces me traen ropa y comida. Tengo más miedo del hambre que de los muertos”, convino el hombre.“Sino, tengo que buscar mi comida en los tachos de basura. Puede ser bastante nutritivo. No te imaginarías las cosas que la gente tira”, comentó.Fuente cronica.com.ar
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